Siguiendo con la magia que envuelve el grandioso estado de Chihuahua, nos adentramos a Casas Grandes, un Pueblo Mágico, que te transporta a una época de batallas, en donde cada casa está envuelta de leyendas, en donde una hacienda te muestra y te hace sentir cosas más allá de lo normales. Casas Grandes se encuentra al lado del destacado sitio arqueológico de Paquimé y a escasos kilómetros de la ciudad de Nuevo Casas Grandes; la ciudad de Chihuahua se localiza a 300 km.
La principal leyenda de Casas Grandes, cuenta que Rodolfo Fierro, general villista que llegó a ser el principal lugarteniente de Pancho Villa, era el verdugo ejecutor de los prisioneros y se cuenta que en una ocasión asesinó a 300 de ellos, cazándolos tras darles una oportunidad de fuga. El cruel general murió en un episodio tragicómico en la Laguna de Dublán, ahora conocida como Laguna Fierro. Se cuenta que intentó cruzar la laguna con una carga de oro tan pesada, que se hundió con ella, pereciendo ahogado. En Dublán y en Nuevo Casas Grandes existe la leyenda de que el alma en pena del general Fierro ronda por la laguna en las noches cerradas.
En Casas Grandes también puedes visitar la Colonia Juárez y la Colonia Dublán, que se fundaron en el siglo XIX, para formar los primeros asentamientos mormones en México.
A 35 km. de Casas Grandes se encuentra Mata Ortiz, un lugar en donde la comunidad conserva la tradición artística de Paquimé en el trabajo de la cerámica. Juan Mata Ortiz fue un soldado chihuahuense que se destacó en el combate contra los apaches y murió emboscado por ellos. La cerámica de Mata Ortiz es reconocida nacional e internacionalmente por su belleza y espíritu cultural Paquimé en su proceso de elaboración. El rescate de esta tradición artesanal fue encabezado por el alfarero chihuahuense Juan Quezada Celado, galardonado en 1999 con el Premio Nacional de Artes y Tradiciones Populares. Una de las experiencias imperdibles, es hacer una olla de Mata Ortíz, en la que conocerás y empezarás por la búsqueda del barro, la moldeada de la olla, para después proceder con lijar y limarla. La parte más emocionante es cuando pones a volar tu imaginación y comienzas a pintarla. Después se procede a la quema de las ollas, para al final descubrir tu “obra de arte” hecha realidad, aunque claro, no se compara con las verdaderas obras de arte, dedicación, empeño y experiencia que tiene cada uno de los artesanos de la región y que una vez realizado el proceso, valoras más cada pieza que generan.