Lecciones de la Cultura Turística para la vida.

Estoy aquí una noche antes de dar un webinar invitada por alguien del sector turístico que respeto muchísimo. Desde hace 3 días tuve toda la intención de comenzar a escribir o investigar acerca de lo que tendría que exponer…y heme aquí a unas cuantas horas sin tema que desarrollar…y créanme no es por falta de interés o desidia, es simplemente por que el escenario es tan confuso que cuesta darle forma a las palabras que en esta realidad que vivimos, no se contienen, no se expresan, no se traducen en pensamiento lineal.

En 1927 Heisenberg abrió la puerta para la teoría indeterminista al afirmar que la premisa de que, sí conocemos exactamente el presente, podemos predecir el futuro, no es una conclusión, sino una falsa hipótesis, ya que, por cuestiones de principio, es imposible conocer el presente en todos sus detalles.

Esto es el principio de incertidumbre, y creo firmemente que si cerramos los ojos y vemos nuestras cifras turísticas, nuestras prospecciones económicas y nuestros pronósticos políticos y sociales a diciembre de 2019, nadie, nadie, sin importar nacionalidad, nivel de estudios o segmento de edad, podría haber visto que 3 meses después estaríamos viviendo una situación sin paragón, una crisis mundial causada por un microorganismo de comportamiento errático, altamente susceptible a contagio, y que parece ensañarse con los adultos mayores.

Nadie sabe su duración, sus efectos, su tiempo de vida, su fin…la única certeza es la no certeza, la incertidumbre y como resultado de ésta, el miedo, el aislamiento, el distanciamiento social, calles vacías, cabezas llenas, almas desconsoladas, manifestaciones de fe, de solidaridad, de amor, de odio racial, de mercados abatidos, de pavor….

El tema que desarrollaré es acerca de la cultura turística…si bien no me considero una experta en el tema, me respaldan muchos años de hablar de esto ante miles de alumnos tratando de hacer que algunas cosas tengan sentido.

En primer lugar, la forma en que la cultura turística ha ido evolucionando conceptualmente, hace 25 años cuando yo estudiaba, se consideraba cultura turística a este enseñar a hacer, se focalizaba fuertemente a la prestación de servicios, el cómo, cuándo y dónde, que muchas veces era mal entendido por muchos prestadores de servicios para validar un sin sentido de servicio que tachaba mucho más en el servilismo que en lo servicial.

Los conceptos han evolucionado y gracias a la idea del desarrollo sustentable, el turismo ha ampliado su concepto de cultura turística, entendiéndola como los saberes, los valores y actitudes que son adquiridos tanto por la comunidad como por los turistas que viven la experiencia del viaje, es decir nos hemos enfocado en enseñar a ser, más allá del sólo hacer.

Pero si volvemos en nuestros pasos y tratamos de comprender al turismo como una actividad no sólo sustentable, sino sostenible ¿qué nos hemos encontrado en los últimos años?

En 2019 se registraron más de 1400 millones de personas viajando, muchas de ellas concentradas en destinos que hoy están en el ojo del huracán por la pandemia. Los principales países emisores de turismo a nivel mundial, China y EUA, son los puntos de inicio y mayor contagio en el mundo. Así mismo, los países con mayor recepción de turismo en el mundo el año pasado, España, China e Italia, son hoy focos de decesos, de contagio, y de aislamiento máximo.

Es como si el propio mundo nos dijera que es hora de parar, de replantear el crecimiento turístico desaforado que hemos vivido desde hace 4 décadas. Es un grito desesperado que nos invita a mirar al destino desde y hacia los ojos de los locales, mas allá de los ojos de las redes sociales ávidas por documentar las más grandes inquietudes de un turista, que, en el mejor de los casos, respeta y aprecia a la comunidad desde la paridad y no sólo buscando la selfie perfecta.

Tal vez muchos nos preciamos de viajar con ojos de viajero, nos ofende el término de turista mirándolo como un sinónimo de barbarie ¿pero hemos de verdad entendido el concepto?

He pasado más de 18 años en las aulas tratando de hacer realidad que este concepto sea comprendido o por lo menos conocido entre mis amados millenials, hoy punta de cambio.

México es un país donde el término de justicia social no ha sido ejercido, respuesta a esto son los resultados electorales vividos recientemente y que han convulsionado a los sectores productivos del país, a los sectores estudiados y de algún modo privilegiados, pero si miráramos mas allá de nuestra pequeña realidad, comprenderíamos el hartazgo y la falta de voz de aquellos menos favorecidos y que hoy representan la gran mayoría de nuestra población…y ojo, no estoy de acuerdo con el partido en turno, pero el resultado era predecible amigos míos.

¿Pero de qué forma relacionamos esto con la cultura turística?, con mi poca experiencia en destinos, me llama poderosamente la atención que las comunidades son excluidas al momento de decir que se considera patrimonio cultural, sobretodo en comunidades económica y socialmente desfavorecidas, el patrimonio por definición no es aquello que da riqueza económica al destino, sino solidez identitaria ya que sólo aquello que se muestra y demuestra valioso para las mismas, debe ser considerado su patrimonio cultural y al momento de crear productos turístico se nos olvida.

¿Cuántas veces he visto morir tradiciones y costumbres por tratarlas de adoptar y adaptar para una oferta poco interesada en vivenciar de forma respetable y lejana la riqueza cultural que estas comunidades nos convidan? Incontables…

¿Cómo podemos hablar de cultura turística cuando es poca o nula la participación y la inclusión de las localidades, no sólo para la determinación de que deberá de ser exhibido, si no para su manejo y su código de actuación?

Empezamos a hacer un esfuerzo significativo para incluir a los locales en la definición de planes de manejo de impactos, los cuales, al ser vistos de forma poco pragmática y con objetivo$ fuertemente arraigados, promueven debacles culturales, por que el turista y el turistólogo, muestran, venden, utilizan, destruyen sitios y manifestaciones culturales emigrando a nuevos nichos atractivos para un creciente mercado turístico cuando el deterioro llega.

Estos derrumbes turísticos se manifiestan en una clara deformación cultural que desemboca en un vacío identitario fuertemente arraigado. Moldeamos a las poblaciones a fin de escenificar lo que el turismo quiere o debe de conocer, restando autenticidad contextual para poder evaluar, compartir y transmitir soluciones viables o propuestas creativas que solidifiquen la cultura en el destino.

Si para muchos el COVID 19 es un virus creado, esto no le resta ni autenticidad, ni injerencia en el desastre económico mundial que nos ha traído…pero por 1ª vez en 50 años muchos destinos tienen un respiro. Por 1ª vez muchos de nosotros nos enfrentamos a la peor encrucijada posible, el escucharnos, el sabernos y el conocernos a nosotros mismos, por primera vez para la humanidad es valorado no el que tienes, sino a quien tienes, se nos a obligado a repensar nuestros esquemas de convivencia, para algunos mucha y para otros nula en este mundo que no para, o no lo hacía hasta hoy…hoy muchos de nosotros miramos por la ventana y valoramos por primera vez nuestra garantía individual número uno, que no es otra que la libertad, la de tránsito, la de asociación, hoy vemos al exterior no como algo dado sino como algo añorado, y me parece que desde una perspectiva sociológica eso nos llevará a un replanteamiento de muchas de nuestras estructuras… si bien esto es un proceso coyuntural dentro de nuestra historia, es un cambio estructural en nuestro modo de vivir la vida.

Si debemos hablar de cultura turística debemos comprender que el término deberá de evolucionar después de este 2020 para enfocarse en los saberes, los valores, las actitudes de forma tangencialmente diferente.

Dentro de la industria de la hospitalidad, tendremos que replantearnos la adquisición de nuevos saberes, ya no serán suficientes los conocimientos geográficos, históricos, artísticos, administrativos o de promoción, hoy tendremos que aprender acerca de manejo de crisis, de principios sanitarios, de métodos de actuación en casos de emergencia, de diversificación de la actividad fortaleciendo a otros sectores de forma independiente pero paralela y simultánea, al turismo.

Dentro de la escala de valores de la cultura turística nos hemos abocado al compromiso, la constancia, la disciplina, la honradez, el respeto y la responsabilidad, pero a partir de hoy tendremos que concentrarnos en ejercer la empatía, la solidaridad, la inclusión y la hermandad (esto no les pasó a los chinos, nos pasó a todos recordándonos que somos parte de una especie, la humana, que es altamente susceptible sin importar color, sabor o credo).

En cuestiones de actitudes siempre el turismo nos lleva al servicio, la disponibilidad, la excelencia, pero hoy tendremos que empezar a hablar de valentía, no para que nos aleje del miedo, el miedo es natural, sino del pavor transmitido por las redes sociales, tendremos que aprender de la certeza, para comprender que Heisenberg tenía razón, para reforzar el precepto de que la única certeza es que todo es incierto y que aun así sobrevivimos y seguimos, y sin duda aprenderemos del amor, mucho más allá del halo rosado y romántico en el cual nos empeñamos en encasillarlo, para dar cobijo y apoyo a aquellos que peor la llevarán en todo este escenario pandémico de salud física y emocional.

Llevó algunas semanas soñando con Steve Jobs, y no por que lo amé, no son esa clase de sueños, aunque ante este escenario hasta placenteros los encontraría…pero sueño dos frases concretas, la primera “Connect the dots” …esto no es Hollywood, ni Will Smith vendrá a rescatarnos ¿y ahora qué hacemos? ¿Acaso no vemos la clara señal de que algo debe de cambiar en el mundo, en nuestro turismo, en nosotros mismos? ¿Será que estamos frente a una revolución turística que nos traerá un mayor equilibrio?,¿un respeto real hacia las comunidades?, ¿un verdadero crecimiento justo, incluyente y armónico?

La otra frase que sueño del Señor Jobs es, “la muerte es la mejor invención de la vida”, creo que hoy más que nunca la humanidad comprende el concepto de lo efímero, hoy vemos, vivimos y respiramos vulnerabilidad sin importar nuestro código postal, y es que sólo al comprender la finitud de nuestra existencia se puede apelar no sólo a la subsistencia, sino a la trascendencia, todos hemos sido llamados a lo extraordinario y no podemos conformarnos con menos, no es sino la muerte, lo que más nos acerca a la sensación de la vida, entonces ¡vivamos!, hoy cada uno de nosotros puede irse a dormir sabiendo donde se encuentran sus riquezas y créanme no es la pertenencia sino en la pertinencia, hoy sabemos que el quien, es muchísimo más importante que el qué o el cuánto.

Tal vez esta es nuestra segunda oportunidad….tal vez….

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