Regreso muy contento del 1er Congreso de la industria de Reuniones del Mundo Maya, celebrado en la auténtica ciudad de Mérida, Yucatán. Una excelente iniciativa que busca conectar a esa inquieta comunidad receptora con los conceptos que varios de nosotros compartimos en cuanto a nuestra visión acerca del rumbo de este apasionante sector.
A mi me tocó reflexionar acerca de algunas tendencias que percibo y constato desde mi quehacer diario , mismas que también he ido recogiendo escuchando a muchos líderes con quienes tengo la fortuna de convivir/trabajar.
La primera es la combinación del uso intensivo de la tecnología ligado a la economía de las experiencias. Los organizadores de eventos deben asegurarse que los participantes vivan experiencias únicas en cada sesión, cada interacción y cada faceta de los mismos. Deben por lo tanto, hacer uso de las herramientas y sistemas tecnológicos más avanzados para impactarlos multisensorialmente y facilitarles todos los procesos de su participación, con temas como la realidad aumentada, las transacciones/registro electrónico, asistencia virtual en tiempo real, geo localización, captura de Big Data para personalizar y utilización de drones. Debemos entender que el mundo virtual tiene menos limitaciones que el físico en cuanto a costo, ubicación y uso eficiente del tiempo. Al ser la parte educativa la esencia de las reuniones, debemos procurar un ambiente que estimule y conduzca al aprendizaje a través de los sentidos.
La segunda tendencia se refiere a las visiones geopolíticas contrastantes y polarizantes que estamos viviendo como nunca antes en el mundo. Tanto que nos habían vendido la “globalización” como la receta para enfrentar todos nuestros retos y hoy literalmente medio mundo está severamente cuestionando este sistema. Esta discusión universal entre la visión de la aldea global y los nacionalismos re-nacientes nos obliga a repensar la forma de encarar el dilema. Mi tesis es que será precisamente la industria de reuniones donde nos toque tender los puentes para llegar a un mejor entendimiento entre las regiones, las culturas, las posiciones e incluso las estrategias de paìs. Ligado a estos acontecimientos internacionales, están las preocupaciones por la seguridad física y cibernética; así como los efectos económicos innegables de estos nuevos arreglos que ponen en jaque al libre comercio, veremos cambios en las inversiones, en las políticas de precio y en los patrones de consumo.
La tercera es una marcada tendencia hacia la personalización de los servicios.- Aquí se trata un poco de cuestionar las segmentaciones demográficas que hacíamos como mercadòlogos desde siempre , para transitar hacia una atención a los grupos de “personas” según su comportamiento y tipos de personalidad; audiencias multi-generacionales y multi-culturales a las que les unen sus aficiones, sus gustos, sus hábitos cotidianos y su forma de aprender e interactuar. Hoy en día el 48% de los consumidores gastan más en servicios-productos personalizados; el 74% de los participantes se frustran cuando el contenido de las pláticas no tiene nada que ver con ellos. El que una pantalla de plasma te salude por tu nombre al entrar a una conferencia, el que haya una nota con dedicatoria personal al llegar a tu hotel, el que los organizadores estén pendientes de tus hábitos y preferencias alimenticias, que celebren tu cumpleaños si te toca en el evento son ejemplos de como aún tratándose de eventos numerosos, se trata de des “masificar” la atención.
La cuarta es la necesidad de capturar y ofrecer valor tanto al organizador-dueño del evento como a los asistentes, patrocinadores o sociedad en general. Cuando tu decides ausentarte de tu locación habitual para participar en un evento, requieres que el retorno no sólo de la inversión, sino de la decisión de asistir, sea mayor al costo de oportunidad en que incurriste. De ahí que, eliminar desperdicio (de tiempo, de comida, de papel, etc), aprovechar sinergías y gratificar a los involucrados por su lealtad son posibilidades que agregan valor a la formula de los eventos.
Por ùltimo, no podíamos dejar de incluir el cada vez más utilizado recurso de la economía colaborativa entendida como: “Un sistema económico que desbloquea el valor de activos subutilizados a través de plataformas que igualan “Tener” con “Querer” de maneras que habilitan mucho mayor eficiencia y acceso”. No son sólo Uber y Airbnb, es toda una filosofía que cambia los paradigmas en cuanto a “propiedad” y “confianza” , abriendo un sinnúmero de posibilidades para invertir, para disfrutar, para viajar o para aprender. A mi juicio este disruptor positivo llegó para eficientar los espacios vacíos, para desarrollar una nueva forma de confiar en desconocidos (a través de testimoniales de consumidores similares que clasifican sus experiencias) y para poner en jaque el “corporativismo” monopòlico que tanto daño le genera a las economías y comunidades locales.
En una industria tan dinámica como la nuestra y a la vez tan conectada a los fenómenos económicos, políticos y sociales de la sociedad contemporánea, me parece que hay que estar atento continuamente al acontecer mundial y a las tendencias pues éstas fueron solo algunas de ellas.